En el siglo XVIII, el traje masculino seguía estando compuesto por casaca, chaleco y calzones. La casaca ajustada a la cintura, con faldones de longitud variable, el chaleco de tejido diferente y los calzones ajustados en la rodilla. Las pelucas muy ostentosas consistían en una masa de rizos que enmarcaban la cara y caían por encima de los hombros, solían ser negras pero se cubrían con polvos grises o blancos de cabello humano o pelo de cabra, las mujeres no llevaban peluca pero se empolvaban el cabello al que añadían postizos.
Vestirse siempre ha sido un arte vinculado a la historia, pues refleja la evolución política, económica y social del momento. Una mirada al atuendo es suficiente para ubicar a una persona en el tiempo y en la clase social a la que pertenece.
Museo del Traje
1 comentario:
Las personas que llevaban estos trajes debían tener una actitud frente a la vida muy diferente a la nuestra. Sus movimientos y su manera de actuar, seguro que se veían afectados por ello.
Tienes un blog muy interesante.
Un saludo
Publicar un comentario